“Elecciones: ¿Infierno o purgatorio para el Perú (2021-2026)?”. Ese es el título que el cientista político y sociólogo Patricio Navia dio al webinar organizado por FYNSA para analizar las controversiales elecciones peruanas de este 6 de junio, que se celebran en el marco de una severa crisis económica y sanitaria.
Perú fue hasta hace poco la estrella emergente de la región, con un sólido crecimiento y reducción de la desigualdad. Pero el país no ha sido tan exitoso en la disminución de la pobreza, con altos niveles de informalidad laboral y una clase media muy vulnerable y que ha sido duramente golpeada por la pandemia. Su reciente historia de estabilidad y crecimiento es un factor relevante a considerar en las urnas, pues son hechos que se dan por sentado. Las épocas de crisis de hace dos décadas no están en la memoria de una población que es más bien joven.
Desde el retorno a la democracia en el 2001, Perú ha vivido una crisis política permanente, con un sistema democrático sin partidos y numerosos escándalos de corrupción. Si bien hasta hace poco la democracia era vista como la forma de alcanzar el bienestar, bajo el nuevo escenario que vive el país la visión de democracia habría cambiado.
El 11 de abril se celebró la primera vuelta electoral entre 19 candidatos, en los que 2 de cada 3 peruanos votaron por alternativas distintas a Castillo y Fujimori. Esta segunda vuelta es para muchos una elección por “el mal menor”.
Castillo es un profesor rural y líder sindical que no ha presentado un programa claro de gobierno pero que representa tanto a la vieja izquierda revolucionaria como a la rabia, el descontento y la desafección actual de la población. No lidera un movimiento y su equipo de gobierno tiene poca preparación.
Fujimori, con una larga trayectoria política, tiene una postura pro-mercado y pro- negocios casi extrema. Se ha preparado para gobernar, conoce bien al Perú y tiene un proyecto país, además de tener las habilidades para manejar la coyuntura y construir equipos técnicos para armar el gobierno, pero representa riesgos de corrupción y autoritarismo. De hecho, estuvo en prisión preventiva ligada a casos de corrupción.
Fujimori genera mucho rechazo, pero Castillo es poco conocido y entre más se le conoce más rechazo genera. Si gana Castillo y cumple con sus promesas, el país podría irse muy a la izquierda o también podría correr por la izquierda pero gobernar por la derecha, en cuyo caso podría generar malestar social, pero de todas maneras un gobierno suyo podría ser muy transformador. Si gana Fujimori, si bien las expectativas son malas, tendría un mejor margen de maniobra.
Para Navia, Castillo podría ser el infierno, al traer más crisis y polarización. Fujimori podría ser el purgatorio, con muchos riesgos pero con más upside. Para el país, a corto plazo, parece mejor la opción del purgatorio, pero no es la solución a largo plazo. Las encuestas dan la ventaja a Castillo, aunque la diferencia se ha venido cerrando. Navia cree que Fujimori daría la sorpresa este fin de semana alzándose con la victoria, con una mayor participación de peruanos mayores que no votaron en la primera vuelta y gracias al voto en el extranjero (1 millón de votantes habilitados). Los resultados, en todo caso, dependerán de la concurrencia a las votaciones y del voto rural, subestimado en las encuestas.