Desde que Donald Trump volvió a la Casa Blanca en enero de 2025, su gobierno ha implementado rápidamente medidas que han impactado diversos sectores. Entre agresivas políticas arancelarias y un probable endurecimiento de las condiciones laborales para inmigrantes, la incertidumbre en los mercados se ha intensificado. A pesar de esto, el sentimiento general entre los empresarios es que su administración seguirá un enfoque “pro-negocios”. Pero ¿qué significa todo esto para el mercado inmobiliario en EE.UU.?
La administración ha manifestado su intención de reducir regulaciones en diversas industrias, incluyendo el sector inmobiliario. Reformas en normativas de zonificación, permisos de construcción y regulaciones ambientales podrían agilizar el desarrollo de nuevos proyectos residenciales y comerciales. Sin embargo, otros factores podrían contrarrestar estos beneficios.
El endurecimiento de las políticas migratorias podría afectar la disponibilidad de mano de obra en la construcción, lo que elevaría los costos salariales y retrasaría proyectos. A esto se suma el impacto de las políticas arancelarias sobre los materiales de construcción importados, lo que podría encarecer significativamente los insumos y, en consecuencia, aumentar los precios finales de las viviendas y propiedades comerciales.
Adicionalmente, las recientes interrupciones en el financiamiento de programas federales de vivienda asequible han generado preocupación en el sector. Muchos proyectos dependen de estos fondos, y retrasos en su disponibilidad podrían frenar el desarrollo de iniciativas orientadas a reducir el déficit habitacional.
Si bien la desregulación podría facilitar nuevas inversiones, el impacto combinado de restricciones laborales, aumento de costos y posibles cambios en los subsidios a la vivienda plantea un escenario complejo para el sector inmobiliario en los próximos años.
Algunas disposiciones clave de la reforma tributaria de 2017 que benefician al sector inmobiliario están próximas a expirar. Entre ellas, la depreciación acelerada y la deducción de ingresos comerciales. La administración actual ha manifestado su intención de extender estos beneficios, pero su continuidad dependerá de las restricciones presupuestarias y del proceso legislativo. Esta incertidumbre podría incidir en la planificación financiera de inversionistas y desarrolladores, quienes deben evaluar el impacto potencial de eventuales cambios normativos.
Las nuevas políticas comerciales, en particular el aumento de aranceles, podrían generar presiones inflacionarias al incrementar el costo de los bienes y servicios. En este contexto, la Reserva Federal podría adoptar un enfoque más cauteloso respecto a futuras reducciones en las tasas de interés. Aunque algunos analistas prevén recortes graduales, las tasas de interés de largo plazo podrían mantenerse en niveles elevados, encareciendo el financiamiento de nuevos proyectos inmobiliarios y afectando la rentabilidad de inversiones en el sector.
Si bien las decisiones políticas pueden generar fluctuaciones a corto plazo, el mercado inmobiliario responde principalmente a tendencias estructurales como el crecimiento demográfico, las tasas de interés y los ciclos económicos. Para inversionistas y desarrolladores, resulta fundamental enfocar sus estrategias en estos factores, sin perder de vista eventuales cambios normativos y fiscales que podrían incidir en sus decisiones de inversión.
Marco Aurelio Arellano
Analista Inmobiliario Fynsa AGF