Septiembre 15, 2023 - 3 min

Argentina y el tipo de cambio

De ser electo Javier Milei, deberá convencer a Argentina e inversionistas de que su propuesta de dolarizar la economía es seria y responsable para así bajar la inflación que han sufrido los argentinos por décadas.

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Nos estamos acercando a las elecciones presidenciales de octubre en Argentina, en las que Javier Milei, que sorprendió en las PASO, presenta una de las propuestas más polémicas. En sus propias palabras, quiere hacer explotar el Banco Central. Con esto se refiere a dolarizar el país con el fin de eliminar la inflación, que ha depreciado la moneda argentina en las últimas décadas. Si bien esta medida tiene partidarios y detractores, vale la pena preguntarse qué pasó el 2001 en Argentina luego de que tuvieran una política de tipo de cambio fijo durante la década de los 90.

En 1989, Carlos Menem llegó a la presidencia de Argentina con una economía que sufría de una hiperinflación y que se encontraba en recesión. En este contexto, en 1991 se presenta el plan de convertibilidad. Esto consistía en fijar la nueva moneda -el peso argentino- al dólar, siendo el cambio 1 a 1. El gobierno convenció a inversionistas de que manejarían de manera seria la economía del país y se comprometían a no devaluar su moneda frente al dólar, dejándolo fijo. 

La inflación es afectada por las expectativas, por lo que el gobierno debía ser creíble en su misión de fijar el tipo de cambio y en no devaluarlo. Para esto debían tener suficientes reservas de dólares en el Banco Central y evitar imprimir pesos para mantener la relación 1 a 1. De ser creíble, las expectativas de inflación pueden estabilizarse y así reducir la inflación.

Esto, y otras políticas de liberalización económica, como la rebaja de aranceles e impuestos, y la privatización de empresas públicas, entre otras, dieron buenos resultados a pesar de las dudas: la inflación se redujo a 17,5% en 1992; 7,4% en 1993; 4,2% en 1994 y cercano a 0% por el resto de la década. Por otro lado, la economía estaba creciendo a ritmos acelerados. Los argentinos, tanto empresas como personas, empezaron a tener mayor acceso a créditos, y confiando en la fijación del tipo de cambio, se endeudaban en dólares a una tasa más baja.

Sin embargo, fijar una moneda a otra tiene contraindicaciones: implica abandonar la realización de la política monetaria, debido a que la cantidad de dólares existentes en la economía empieza a depender de la balanza de pagos, porque el Banco Central no puede imprimir dólares. Un país que no puede realizar política monetaria debe ser extremadamente responsable con su deuda pública, debido a que en recesiones necesita realizar política fiscal expansiva de manera más intensa para compensar la falta de cambios en la TPM.

Si bien la economía iba bien encaminada, en 1999 Argentina volvió a una recesión. Esto ocurrió cuando el dólar se apreció frente a otras monedas en la segunda mitad de los 90, además de que otros países emergentes que sufrían crisis financieras (Rusia, México, países asiáticos y Brasil) trataban de salir de ellas devaluando sus monedas. Esto ponía presión a Argentina y nerviosos a los inversionistas. Dado que la moneda estaba fijada al dólar, también se apreció, haciendo que el peso quedara sobrevalorado.

Lo anterior, junto a la devaluación de la moneda brasileña -país que representaba parte importante de las exportaciones argentinas- redujo las exportaciones, e hizo aumentar el déficit comercial y disminuir la producción. Con la recesión, los ingresos que empezó a percibir el Estado argentino fueron menores y empezaron a tener mayores déficits presupuestarios. Los inversionistas se empezaron a preguntar si Argentina iba a devaluar su moneda para enfrentar la disminución en la producción, por lo que empezaron a cobrar más por la deuda pública de Argentina. Con esto se hizo más difícil que el gobierno de Menem pudiera soportar sin devaluar. 

En 2001, Argentina entró en default, para luego abandonar el plan de convertibilidad. Esto hizo disparar el peso argentino. Todas las personas y empresas que habían tomado créditos en dólares sufrieron un aumento de sus deudas (calculado en pesos). Además, dado que los bancos estaban más expuestos al dólar, y que no tenían al banco central como prestador de última instancia debido a la escasez de dólares, se limitó la cantidad de dólares que se podían retirar de los bancos para que la crisis de liquidez no se transformara en problemas de solvencia. Esto trajo protestas que terminaron con la renuncia del presidente De la Rúa y llevó a una seguidilla de presidentes en pocas semanas, convirtiéndose en una crisis política.

De ser electo Milei, deberá convencer a Argentina e inversionistas de que su propuesta es seria y responsable, para que esta pueda obtener los resultados deseados y así bajar la inflación que han sufrido los argentinos por décadas.

 

Vicente Dourthé

Equipo Deuda Privada Fynsa AGF