(Tango adaptado a ronda infantil por Cepillín, México - 1979)
Febrero 23, 2024 - 3 min

En un bosque de la China, ¿la chinita se perdió? – Parte I

Los problemas de la economía china van más allá del lento crecimiento o la necesidad de estímulos

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China, un país de historia milenaria al que le tomó menos de medio siglo pasar de ser conocido por grandes descubrimientos tan deliciosos como el té, tan espectaculares como la pólvora o tan indispensables como el papel higiénico; a ser conocido como la primera potencia del comercio global. China tiene, hoy por hoy, un pedacito en casi cada lugar habitado del planeta. Quién no ha visitado o al menos escuchado de los China Town ubicados en las ciudades principales. Tenemos uno aquí al lado, en la capital de la vecina Argentina. Con seguridad, como mínimo, tienes cerca uno de los también famosísimos Mall Chinos.

El auge de la nación de la Gran Muralla empezó en 1979, siendo una economía centralizada que introdujo un plan de reformas que combinaban la economía de mercado para algunos sectores, entre las que fue clave la apertura comercial. Desde entonces, China ha sufrido una transformación estructural dramática, transitando por una serie de cambios con los que dejó de ser un país de bajo nivel de ingreso, esencialmente agrícola y con el 74% de su población viviendo en zona rural, para convertirse en uno industrializado y urbanizado, conocido hoy como el centro manufacturero del mundo. ¿Te suena el “made in China”? Junto con el cambio en la estructura productiva vino una importante acumulación de reservas internacionales, y actualmente los chinos son dueños del más alto nivel de reservas del globo.

Así, el producto de China, que, a pesar de ser el país más poblado del mundo, representaba tan sólo el 3% del PIB mundial en 1980, saltó a un significativo 19% en 2023, esto medido a precios de paridad de compra (PPP por sus siglas en inglés). Entre 1980 y 1990, la economía alcanzó un crecimiento anual promedio del 9%, cifra que se elevó al 10% entre 1991 y 2010. Precisamente en 2010, China desbancó a Japón del segundo lugar como potencia económica mundial, medido en términos nominales, estatus que mantiene hasta la fecha. Al cierre de 2023, según cifras de PPP, China es la primera economía a nivel mundial.

Entonces, si lo que hemos revisado del gigante asiático hasta ahora suena a pura maravilla ¿por qué estamos tan preocupados por su situación? Bueno, pues hay un dicho que dice que de lo bueno no dan tanto. En la década que precedió a la actual, el crecimiento se empezó a ralentizar y bajó a una tasa anual promedio de 7%. Entre 2020 y 2023 (con pandemia incluida) este dato fue de 5% y se estima que para el periodo 2024-2028 siga cayendo hasta un tibio 4%. Las proyecciones de crecimiento son, a lo menos, desalentadoras, y hay una serie de problemas estructurales que ponen en riesgo la sostenibilidad en el tiempo.

En el último año, el crecimiento se ha estancado. Las exportaciones se han desplomado en medio de la desaceleración global y las crecientes tensiones geopolíticas. La producción manufacturera ha caído y, si bien se mantiene en zona de expansión de acuerdo con el PMI manufacturero, es débil, tanto por la mencionada desaceleración global como por una menor demanda interna. 

El sector inmobiliario, del que hablaremos en detalle más adelante, enfrenta una crisis sin precedentes, y su caída ha permeado la confianza de consumidores e inversionistas, reflejándose a su vez en una reducción del gasto de las familias y de la inversión. Los precios al consumidor y al productor van a la baja y la economía ha caído en deflación, lo que contrasta con el resto del mundo luchando por controlar la alta inflación. 

El desempleo va en aumento y preocupa especialmente en el segmento juvenil (16-24 años). De hecho, la oficina de estadísticas dejó de publicar el dato luego de que subiera a 21,3% en junio. El mes pasado la publicación se retomó, pero con un cambio metodológico que excluye del cálculo a los estudiantes escolares. Con esto, la cifra se redujo a 14,9% al cierre de 2023. Factores cíclicos y estructurales están afectando el empleo, ya que no solo ha aumentado más que nunca el número de graduados universitarios en busca de trabajo, sino que también una serie de medidas impuestas a los sectores educativo, tecnológico e inmobiliario han perjudicado las perspectivas laborales. El yuan se ha debilitado y en el año que pasó, el Banco Popular de China debió intervenir fuertemente fijando un tipo de cambio con el dólar mucho más alto que el estimado a precios de mercado, para evitar un desplome de su moneda. En la segunda mitad de 2023, la bolsa sufrió una caída estrepitosa, mismo periodo en el que varias de las principales plazas bursátiles registraban máximos históricos. 

Pero los problemas de la economía china van más allá del lento crecimiento o la necesidad de estímulos, lo que revisaremos en la segunda parte de esta columna.

Milene Rodríguez

Analista de Estrategia e Inversiones