América Latina es la región del mundo donde la industria de seguros está creciendo con más fuerza. Según un estudio de la consultora McKinsey, la tasa de crecimiento compuesta anual de los seguros en América Latina fue de un 2,5% entre el 2020 y el 2022, comparado con un 1,5% de crecimiento en Estados Unidos y 0,5% en Europa. En Asia Pacífico, en tanto, disminuyó en un 1,5%.

Los relativos avances en la bancarización de la población y la expansión –precaria, pero expansión al fin—de la clase media en la región ayudan a explicar el fenómeno. Y, claro, la baja penetración de los seguros respecto a las otras regiones del mundo hace que haya más oportunidades de crecimiento: los seguros representan un 3,2% del PIB en América Latina, frente a 5,1% en Asia-Pacífico, 6,2% en Europa y 10,5% en Estados Unidos.

¿Cuáles son las características del mercado asegurador latinoamericano? La importancia de las aseguradoras locales en muchas de las economías (73,5% de las primas brutas en Brasil, 72% en Colombia, 72,4% en Perú; las excepciones son Chile y México donde más de la mitad de las primas brutas corresponde a aseguradoras globales), un predominio de corredores y agentes en la distribución de los productos de la industria (con la notable excepción de seguros de vida en Brasil, donde más del 75% se distribuye a través de bancos) y una relativa baja eficiencia (en América Latina los costos representaron en 2022 en promedio un 31% de las primas, frente a 17% en Europa).

¿Y las oportunidades? Son muchas. La primera, y más obvia, es seguir aprovechando la baja penetración de los seguros. Pero también está la necesidad –y oportunidad—de mejorar la eficiencia operacional de la industria, una mayor digitalización –proceso que está siendo apoyado por un creciente número de emprendimientos tecnológicos enfocados en la industria—y expandir y diversificar la cartera de productos, adaptándola a las necesidades de la población de la región.