Noviembre 24, 2023 - 2 min

La fiebre del oro (parte 2)

La institucionalización deportiva permite ser más eficiente en identificar talento, mantener instalaciones y aprovechar sinergias que organizaciones atomizadas no podrían utilizar.

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La semana pasada, hicimos una revisión respecto al costo de obtener una medalla olímpica, en el contexto de la discusión sobre el financiamiento estatal de los deportistas en Chile, luego de unos exitosos Juegos Panamericanos. Considerando todas las variables involucradas, concluimos que se necesitaban aproximadamente US$40 millones promedio, en cada ciclo olímpico, para obtener una presea. De todas maneras, esto no consideraba todos los costos involucrados, especialmente los relacionados a infraestructura y otros de naturaleza pública que por definición son complejos de prorratear.

Sin embargo, sólo estamos considerando una parte de la historia. Puede parecer tremendamente desafiante obtener aquellos recursos, especialmente al saber que se dejaron de gastar en otras cosas, pero aquello solo es una condición necesaria. A pesar de que muchas veces se mira en menos, la gestión de esos recursos es tremendamente importante, quizás incluso más que tener los montos en primer lugar. Lo menciono porque hay países que tienen esos recursos, incluso los han gastado y no han tenido resultados olímpicos como los que se buscarían, como también hay países que no los tienen y obtienen muchas más preseas que otros con más recursos y población.

En un estudio realizado por Danyel Reiche, autor de “Éxito y fracaso de los países en los Juegos Olímpicos” (la traducción del título es mía), además de los recursos, la clave está en las políticas públicas. Él las resume en el acrónimo WISE: promover el deporte femenino (Women), institucionalizar (Institutionalizing) la política nacional deportiva, especializarse (Specializing) en disciplinas prometedoras y adoptar rápidamente (Early adoption) las tendencias de potenciales nuevos deportes.

¿Por qué el deporte femenino ayudaría? Acá no hay nada muy intrincado, es una cosa de probabilidades. Sin una delegación femenina, no se pueden ganar las medallas en las disciplinas de mujeres. Muy bien saben de esto los chinos, quienes tienen la mayor participación femenina en sus delegaciones, lo que les permite tener más medallas que cualquier otro país del mundo, con excepción de Estados Unidos. Países sin esta participación, esencialmente musulmanes, pierden esta posibilidad. Algunos estudios incluso plantean que países con mejor igualdad de género obtienen mejores resultados deportivos.

La institucionalización deportiva permite ser más eficiente en identificar talento, mantener instalaciones y aprovechar sinergias que organizaciones atomizadas no podrían utilizar. Ejemplos contemporáneos de esto son el Instituto Australiano del Deporte (AIS, por sus siglas en inglés) y el Norwegian Olympiatoppen. A pesar de lo que se pueda pensar, estas instituciones no necesariamente deben ser estatales: el Comité Olímpico de Estados Unidos es una organización sin fines de lucro que no recibe financiamiento federal.

Especializarse en disciplinas que hacen más probable la obtención de medallas, dependiendo de las ventajas comparativas o históricas de cada país, también es un factor importante. Australia se especializa en natación, China en levantamiento de pesas. Etiopía, un país relativamente pobre, se enfoca en corredores de fondo (similar a Kenia), similar a lo que realiza Jamaica en disciplinas de velocidad. Algunos países toman la decisión de no especializarse, bajo el ideal de ser equitativos, lo que ha derivado en menos medallas, como Suecia y Finlandia. 

Finalmente, incorporar tendencias antes que el resto permite generar justamente las ventajas comparativas que otros aún no tienen. Menos países compitiendo aumenta la probabilidad de medallas. Pensemos en que, en París 2024, debutarán el break dance, escalada, surf y skate, mientras que para Los Angeles 2028 se están proponiendo cinco: beisbol, cricket, lacrosse, squash y flag football (fútbol americano sin tackles). No suena tan alocado, entonces, que como país potenciemos el surf femenino, ¿cierto?

Nathan Pincheira

Economista Jefe de Fynsa