Octubre 13, 2023 - 2 min

Netflix y las instituciones

El funcionamiento correcto de las instituciones es vital para la economía de mercado y para la democracia.

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Durante estos días tuve la oportunidad de ver una serie en Netflix llamada “Painkiller”, que trata sobre el medicamento “OxyContin”, su nacimiento, auge y los actores involucrados en ello. Nos muestra el lado corporativo, el gubernamental, el de la justicia, junto con el de los vendedores y su relación con los médicos, hasta finalmente de los pacientes y usuarios. No planeo hacer una crítica sobre la serie en sí (que de todas maneras recomiendo verla), sino analizar desde mi área de experiencia como una cosa así pudo ocurrir, que hoy tiene a Estados Unidos enfrentando un problema de adicción tremendamente complejo.

A grosso modo, creo que el peor fallo tiene que ver con la institucionalidad. La producción de medicamentos funciona como cualquier otra industria, aunque en ésta hay dos elementos que destacan sobre otras (que no quiere decir que no existan): las patentes y la certificación. Lo primero funciona como una forma de poder entregar derechos de propiedad a la investigación, que en general es costosa y sin su debida protección probablemente no existiría. Esta protección, que genera utilidades monopólicas, es el costo que como sociedad aceptamos pagar para que alguien decida crear algo que nos beneficiará y, en un mercado suficientemente competitivo, sería compensado por los costos en los que tuvo que incurrir el productor en desarrollar ese producto. 

En segundo lugar, la certificación permite resolver la asimetría de información que existe entre los agentes, ya que no sabemos si lo que se nos vende sirve para lo que se supone tiene que servir e, incluso, en el caso que sirva, no sabemos si el producto contiene ese compuesto en la cantidad que dice que contiene. Por un tema de incentivos, esa certificación la debe hacer un tercero, sin conflictos de interés, con los incentivos suficientes para cumplir con su trabajo de la manera más objetiva posible. En el caso puntual mostrado en la serie, la institución a cargo era la FDA, la que en un inicio sí hizo lo que debía hacer, denegándoles la comercialización. Sin embargo, la decisión al final terminó recayendo en una sola persona, quién terminó dándoles el pase, para un tiempo después, ir a trabajar al laboratorio que solicitaba la autorización.

Esta situación dio paso a que luego los incentivos funcionarán incorrectamente y los médicos recetarán en exceso no sólo el medicamento, sino también su dosis. Esto es un problema. Sin embargo, si el medicamento hubiera hecho lo que prometía hacer, con la seguridad que prometía y una ciencia confiable detrás, gran parte del impacto en la crisis de adicción actual se habría evitado.

El funcionamiento correcto de las instituciones es vital para la economía de mercado y para la democracia. El desafío no es solo su creación, sino también su diseño, sus procedimientos, su financiamiento, su velocidad de actualización y la existencia de checks and balances para evitar concentraciones de poder. El fallo de éstas puede llegar a tener consecuencias tan nefastas como las de salud y seguridad pública en Estados Unidos expuestas en la serie, como también dificultar de sobremanera los posibles proyectos de inversión en un país, hipotecando sus posibilidades de crecimiento futuro con las nefastas consecuencias de aquello en la disminución de la pobreza, menor acceso a bienes y servicios públicos, y mejora del bienestar de las personas, entre otras.

Nathan Pincheira

Economista Jefe de Fynsa