Octubre 6, 2023 - 2 min

Lo grave, lo urgente y lo importante

La baja capacidad de crecimiento de nuestra economía debería ser una preocupación de primer orden, más allá de lo que diga un dato mensual

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Después de una sorpresa positiva en julio, el Imacec evidenció una nueva caída interanual en agosto, superior a lo que el mercado esperaba. La baja de 0,9% se contrapuso con el 0,1% proyectado por el consenso (-0,5% a/a nosotros), la que estuvo principalmente explicada por la reducción de los sectores servicios y comercio. 

Dentro del sector servicios, se especificó en el comunicado del Banco Central, que aquellos con mayores incidencias negativas fueron los de educación. Lamentablemente, por la forma de entregar la información, no sabemos cuál fue específicamente aquella incidencia, mas solamente la del sector como un todo: -0,6 pp. Es buena idea recordar que, para los datos entregados para julio, parte del alza mayor a la esperada provino de una sorpresa justamente de servicios de educación, por una razón que poco tiene que ver con crecimiento económico (a mi juicio): durante 2023 hubo menos días de vacaciones de invierno que en 2022, año en el que se ampliaron por la proliferación de variados virus respiratorios. Esto hace sentido, ya que fue una política general, que abarcó a todos los establecimientos, tanto públicos como privados, en una semana adicional.

Se ha argumentado que la caída de servicios de educación en agosto se debió al paro de profesores, el que se extendió durante 48 horas a comienzos de mes. Esto efectivamente tiene un impacto negativo en la actividad, lo que además se pudo evidenciar en la variación mensual desestacionalizada que evidenció el sector servicios (de nuevo, lamentablemente de forma agregada y no particular) de -0,4 pp. Para contextualizar, los servicios de educación tienen un peso dentro del PIB de aproximadamente 5% (5,1% para el año 2018) y se compone de 61% de educación pública, mientras que la privada representa un 39%. 

A pesar de que esta explicación nos parece plausible, omite la debilidad económica que evidencia todo el resto de los sectores. Un paro de 2 días, para el peso relativo del grupo afectado, no es suficiente para argumentar que la economía no crece por esta razón. Con mayor o menor volatilidad, el resto de la economía no repunta y se muestra tan plana, que una situación menor dentro de toda la actividad económica del país es capaz de incidir en la variación total. Es más, eliminando todo aquel efecto, según nuestras estimaciones, la economía habría caído 0,5% a/a, exactamente lo que teníamos proyectado.

La baja capacidad de crecimiento de nuestra economía debería ser una preocupación de primer orden, más allá de lo que diga un dato mensual. Recientemente, la Comisión Nacional de Productividad ha publicado una serie de informes en los que muestra las enormes trabas que enfrentan diversas industrias para invertir y para poder crecer, innovar y contratar. Las diversas regulaciones, muchas de ellas inconexas, contradictorias y desactualizadas, impiden incluso la competencia y la entrada de nuevos actores, con todos los efectos negativos sobre los productores, consumidores y el mismo Estado. Políticas enfocadas en solucionar aquellos problemas deberían ser las que copen las agendas legislativas, para que el día de mañana, un paro de dos días de un gremio en particular ni siquiera mueva la aguja en el Imacec.

Nathan Pincheira

Economista Jefe de Fynsa