– Pero mamá, me fui sin avisar porque todos se fueron sin avisar.
– A ver, si uno de tus amigos se tira del último piso, ¿tú también vas a hacerlo?
Seguramente muchos de ustedes escucharon esa frase de sus madres o padres cuando eran menores, o se las han dicho a sus hijos cuando los ven actuar de manera impulsiva. Si bien muchas veces parece una exageración (ya que uno no es un autómata sin inteligencia), en la vida real sucede más a menudo de lo que nos damos cuenta. Por ejemplo, para citar algo reciente, ¿recuerda cuando al inicio de la pandemia, la gente corrió a los supermercados y almacenes y agotó los stocks de papel higiénico? Es cierto, en marzo de 2020 sabíamos muy poco sobre el coronavirus, pero dentro de los síntomas que había descrito la OMS y los lineamientos del Ministerio de Salud, no aparecía la diarrea como uno de ellos. Tampoco aparecía en el horizonte una escasez global de papel que pudiera comprometer la oferta futura de este esencial elemento. Entonces, si no había información que sugiriera un aumento de demanda o una contracción de oferta, ¿por qué la gente vació las góndolas dedicadas a este producto?
Este comportamiento se le conoce como “efecto Bandwagon” o “efecto manada” (u otros tantos por ahí, por si los ha escuchado), y se refiere a cómo las personas siguen al resto sin necesariamente saber por qué lo hacen. “Quizás ellos saben algo que yo no sé”, lo que se vuelve una razón para seguir sus acciones y no quedar después como tonto o desinformado. Esto también se puede observar en las filas, cuando muchas personas se ponen a hacerlas sin saber necesariamente si es la que le sirve, solamente porque otros que parecen estar buscando el mismo objetivo, como entrar al estadio, también lo hacen. No es que me haya pasado, noooo.
Bueno, como dentro de todo, la Economía y los mercados financieros son reflejos de la acción humana, estos fenómenos también son apreciables en estas áreas. Mejor que yo, lo dijo John Maynard Keynes, denominándolos “espíritus animales”:
“Aún haciendo a un lado la inestabilidad debida a la especulación, hay otra inestabilidad que resulta de las características de la naturaleza humana: que gran parte de nuestras actividades positivas dependen más del optimismo espontáneo que de una expectativa matemática, ya sea moral, hedonista o económica. Quizá la mayor parte de nuestras decisiones de hacer algo positivo, cuyas consecuencias completas se irán presentando en muchos días por venir, sólo pueden considerarse como el resultado de los espíritus animales —de un resorte espontáneo que impulsa a la acción de preferencia a la quietud, y no como consecuencia de un promedio ponderado de los beneficios cuantitativos multiplicados por las probabilidades cuantitativas.”(1)
Este tipo de comportamiento ha servido para explicar grandes movimientos bursátiles, variaciones sin un sentido claro del tipo de cambio, alzas en futuros de activos financieros, precios negativos para barriles de petróleo futuros (2), etc.
Esto también se ha observado en el mercado local, de manera muy reciente, con el precio que los agentes le ponen a la UF en el futuro. Así es, existe un mercado en el cual se vende y se compra el valor futuro que podría tener la UF, a una fecha determinada. Por ejemplo, si usted cree que la inflación en tres meses va a ser más alta que la que está determinada en los precios de la UF futura, puede comprar estas UF y en el caso de realizarse su expectativa, sus UFs van a valer más en ese momento. Lo mismo se puede hacer, pero opuestamente, en caso de que usted crea que la inflación va a ser menor. En FYNSA, tenemos un área completa que se dedica a esto y que nos permite a nosotros en Economía, seguir el pulso de lo que está viendo el mercado. Es así como esta semana hemos observado un aumento muy significativo de las expectativas inflacionarias para los próximos meses, que se ha distribuido de manera muy homogénea dentro de 2022, exceptuando el último trimestre. Esto nos ha llamado la atención, puesto que durante esta semana justamente no hemos tenido noticias que, en el margen, nos hagan pensar que habrá más inflación, no sé, en mayo o julio. De hecho, hemos sido testigos de cómo los agentes piensan que agosto va a ser tanto o más inflacionario que septiembre u octubre cosa que en general no ocurre, principalmente por motivos estacionales. No digo con esto que no pueda ocurrir, especialmente en este contexto con tantas sorpresas, sólo digo que no veo razones que expliquen este movimiento semanal que se refleja de manera tan clara en los precios.
Acá nadie ve el futuro y nunca he pretendido hacerlo. La cifra de marzo sin duda que sorprendió y puede haber causado mucho temor en los inversionistas sobre el IPC que puede venir los próximos meses. Eso no lo pongo en duda. Solo digo que me cuesta fundamentar estas variaciones adicionales a las ya altas expectativas existentes, a la luz de las noticias de la semana.
Es posible que me equivoque, pero, por lo menos yo, prefiero no tirarme del último piso.