En la primera parte de nuestra serie sobre gestión patrimonial, abordamos los desafíos que implica para las familias, destacando que la clave para un traspaso exitoso es una planificación adecuada y una visión compartida, además de la educación financiera. En esta oportunidad, profundizaremos en las diferencias generacionales a la hora de invertir y cómo estas pueden impactar las dinámicas de los traspasos patrimoniales.
Cada vez más frecuente en las reuniones de familias inversionistas, se repite una imagen: el abuelo, quien construyó el patrimonio familiar desde cero, habla con calma sobre los bonos del Tesoro y las propiedades que han asegurado la estabilidad de la familia durante décadas. Al otro lado, su nieto, un joven de 28 años, muestra desde su teléfono sus inversiones en startups, criptomonedas y acciones del sector tecnológico. Entre ellos, el padre o madre intenta mediar, buscando un equilibrio entre la tradición y la innovación.
Esta escena refleja una realidad común: las diferencias generacionales en cuanto a la percepción del riesgo y las estrategias de inversión, que pueden convertirse en un punto de fricción o, por el contrario, en una oportunidad para la evolución.
Radiografía intergeneracional
La gestión patrimonial intergeneracional es un tema crucial para las familias que buscan preservar y hacer crecer su riqueza a lo largo del tiempo. A medida que las generaciones pasan el testigo, surgen desafíos relacionados con las diferencias en la percepción del riesgo, las estrategias de inversión y los valores financieros. En este contexto, es fundamental comprender cómo cada generación aborda el manejo de su patrimonio.
Los fundadores y su aversión por perder lo construido: Las generaciones que crearon la riqueza familiar han vivido periodos de inestabilidad política y económica, enfrentando crisis inflacionarias, devaluaciones y quiebras bancarias. Su enfoque de inversión refleja una mentalidad de preservación y estabilidad.
Un estudio de UBS Global Family Office Report revela que, en Latinoamérica, las familias empresarias de primera generación destinan un porcentaje significativo de su portafolio a activos tradicionales, con un 70% de la inversión concentrada en bienes raíces y renta fija.
La generación intermedia, equilibrio entre tradición y crecimiento: Los hijos de los fundadores han crecido con la estabilidad del patrimonio familiar, pero también han atravesado crisis como la de 2008 y el auge de la globalización financiera. Esta generación tiende a diversificar más su portafolio, buscando un balance entre la seguridad heredada y nuevas oportunidades.
Los nuevos herederos y la búsqueda de disrupción: Para muchos, su primera crisis fue la pandemia. Las generaciones más jóvenes han crecido en un mundo interconectado, con acceso instantáneo a información financiera. No sólo buscan retornos, sino que también priorizan el impacto social y la disrupción, invirtiendo en tecnología, sostenibilidad y tendencias emergentes como venture capital y criptomonedas.
Según UBS, el 67% de los millonarios menores de 40 años prefieren invertir en tecnología y activos alternativos, mientras que el 72% de los mayores de 60 aún priorizan renta fija y acciones con dividendos.
Entre lo clásico y lo innovador
¿Es posible cerrar la brecha generacional en la gestión patrimonial? Sí, pero requiere un enfoque estructurado y un espacio donde cada miembro pueda expresar sus opiniones y ser escuchado. Esto facilita el traspaso de experiencia entre generaciones y prepara a los futuros líderes. Para lograrlo, se pueden implementar diversas iniciativas familiares:
La clave para una transición patrimonial exitosa radica en la capacidad de cada generación de aprender de la anterior, equilibrando el legado con la innovación. Al fomentar un ambiente de colaboración, las familias pueden superar las barreras generacionales y crear una gestión patrimonial sólida que perdure en el tiempo, adaptándose a los nuevos retos del mercado.
Nelson Haase
MFO Senior Advisor Fynsa