Café Doble
Marzo 3, 2023 - 3 min

Resiliencia

Los consumidores han mostrado una capacidad de adaptación importante, pero hay ciertas cosas que no se pueden obviar, como los menores ingresos y la disminución de los ahorros.

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La resiliencia es la capacidad de una persona o comunidad para enfrentar y superar situaciones adversas o desafiantes, como la pérdida de un ser querido, un accidente grave, una enfermedad, un desastre natural, un conflicto social, entre otros. Esta capacidad implica no solo la resistencia y la fortaleza física y emocional, sino también la capacidad de adaptación y la habilidad para recuperarse y aprender de las experiencias difíciles, además de la capacidad de encontrar nuevas formas de vivir y prosperar.

Cuando observamos el Imacec de enero, el que aumentó 0,4% respecto al mismo mes del año pasado, el mercado se sorprende, ya que esperaba, en promedio una variación negativa. No es que el mercado esté obsesionado con que la actividad decrezca, o que mediante sus proyecciones intente modificar el comportamiento de agentes y así “influir” en el resultado, sino es que cuando ponemos en nuestras “cajas negras” las distintas variables que han explicado el comportamiento histórico de la economía, recibimos proyecciones poco felices. En este caso puntual, tampoco es que los colegas estuvieran tan lejos (-0,5% a/a); de hecho, en diciembre hubo más discrepancia, pero no se vio tanto al tener tanto las estimaciones como el dato efectivo, el mismo signo. ¿Qué es lo que pasa, entonces?

Al escarbar un poquito, resaltan dos componentes que nos llaman la atención: comercio y servicios. Si bien estos abarcan un sinnúmero de sectores y actividades distintas, responden en general a expectativas y fundamentos similares. Ambos se vieron muy favorecidos por las medidas de apoyo a las familias y los retiros de fondos de pensiones durante la pandemia, aunque servicios se sumó un poco más tarde al carro, producto de las medidas de distanciamiento social aún presentes. De esta manera, una vez que esta liquidez comenzó a acabarse, lo mismo se esperaría ocurriese con el dinamismo de estos sectores. Eso, de hecho, ocurrió. Las tasas de variación interanual rápidamente empezaron a disminuir, volviéndose negativas para el comercio y menos positivas para los servicios. Algunas situaciones puntuales impidieron que este último se volviera rojo (como la normalización del sector educación), pero era solo cosa de tiempo para que esto pasara. 

Sin embargo, la situación empezó a darse vuelta. Una medida que nos gusta mirar a los economistas son las variaciones de la serie desestacionalizada, que es un método estadístico que sirve para eliminar efectos como los días hábiles, composición de calendario, fiestas o feriados recurrentes, etc. Así, más allá que versus doce meses siga siendo negativa, la variación mensual del sector comercio ha mostrado 5 meses de crecimiento, con el dato más reciente acelerándose versus los anteriores. Todo esto, con un mercado laboral debilitado, caída de remuneraciones, perspectivas negativas para la economía y una inflación que no termina de normalizarse.

En el caso de servicios ocurre algo similar, aunque las explicaciones han pasado desde servicios de educación, hasta los empresariales, pasando por salud y otros servicios personales. O sea, los dos sectores que debiesen liderar la contracción de la economía, no solamente no lo están haciendo, sino que están contribuyendo positivamente a las variaciones mensuales.

¿Nos entrega esto suficiente evidencia como para esperar crecimiento en 2023? No por el momento. Los consumidores, las familias, y las empresas han mostrado una capacidad de adaptación importante, que se vio de manera fantástica durante la pandemia, pero hay ciertas cosas que no se pueden obviar, como es la menor capacidad de generar ingresos, la disminución de los ahorros y la incertidumbre aún vigente que ha impedido un repunte de los proyectos de inversión.

 

Esto debiese implicar una caída de la actividad durante el año, aunque reconocemos que probablemente sea menor a la que pronosticamos los agentes privados, las instituciones del estado e incluso los organismos internacionales (como ven, no somos los únicos “catastrofistas”). Por nuestra parte, probablemente pasemos de ser unos de los más optimistas a estar en la medianía de la tabla (proyectamos una caída de 1,0%), pero no podemos descartar que, bajo ciertas condiciones más positivas que la resiliencia que estamos viendo hoy, el PIB no muestre una caída (pero tampoco crecimiento) durante 2023.

 

Nathan Pincheira

Economista Jefe de Fynsa