Los consumidores han mostrado una capacidad de adaptación importante, pero hay ciertas cosas que no se pueden obviar, como los menores ingresos y la disminución de los ahorros.
Siguiendo la costumbre, he querido resumir nuestras principales proyecciones para 2023, arriesgando a que, en doce meses, me pasen la cuenta.
El Central considerará otros factores además de la inflación para su política monetaria, como el déficit de cuenta corriente, las condiciones financieras y el comercio internacional.
Los datos se encargaron de demostrarnos que la inflación está lejos de dejar de ser un problema.
El riesgo de reducir la TPM y luego tener que revertirlo por una mala lectura de la información es muchísimo más alto que dejarla en 11,25% por más tiempo del adecuado.
La pregunta importante que surge respecto a la política del Banco Central es hasta cuándo estará en pausa el ajuste monetario.
Todavía existe una gran incertidumbre sobre hasta dónde podrían llegar las tasas en el ciclo actual.
No debemos olvidar que, luego de resueltos los desbalances inmediatos, la capacidad de crecimiento de nuestra economía es muy baja.
La sorpresa de agosto no da ni para ilusionarse con una desaceleración más suave: de manera preliminar, estimamos una variación de Imacec en septiembre entre -2% y -1,5% a/a.
Mientras el Banco Central hace todo lo posible por disminuir la inflación, el trabajo del mundo público y privado debe enfocarse en la productividad, la única manera de generar riqueza sin boicotear el trabajo de la política monetaria