Mientras el encuadre macro se mantuvo, la depreciación del peso ha incomodado al Banco Central, por lo que no se le ha querido echar “más bencina” a la reducción del diferencial de tasas.
La evolución de la inflación facilita la comunicación de cara a un inminente recorte de la TPM por parte del Banco Central.
Es preocupante lo que ocurre con la inflación subyacente, que aumentó 1,6% en marzo.
El IPC de febrero fue negativo pero, cuando calculamos lo que ocurrió con los precios excluyendo aquellos volátiles que más bajaron, nos encontramos con que la inflación sigue aquí.
Siguiendo la costumbre, he querido resumir nuestras principales proyecciones para 2023, arriesgando a que, en doce meses, me pasen la cuenta.