La evolución de la inflación facilita la comunicación de cara a un inminente recorte de la TPM por parte del Banco Central.
Lo que nos muestran las cifras es que la economía chilena se encuentra estancada.
Los bancos mencionan una perspectiva económica menos favorable o más incierta, tolerancia reducida al riesgo, deterioro en los valores de las garantías e inquietudes sobre los costos de financiamiento y sus posiciones de liquidez.
El mandato constitucional del Banco Central es la inflación; por lo tanto, sus medidas debiesen ir dirigidas a conseguir ese objetivo y no otro.
La inflación subyacente se está inclinando en una dirección más cómoda, por lo que sería razonable concluir que la Fed podría adoptar un enfoque de esperar y ver en su próxima reunión, lo que efectivamente terminaría con el ciclo de ajuste.
Es preocupante lo que ocurre con la inflación subyacente, que aumentó 1,6% en marzo.
Nuestro mayor cuestionamiento es que un escenario de soft landing ya está en buena medida incorporado en los precios y no vemos muchas razones para que los activos de riesgo sigan subiendo, en medio de tasas más altas y el lenguaje todavía agresivo de varios miembros del FOMC.
Aunque la Fed está cerca del final de su ciclo de aumento de tasas, aún es probable que aumenten más las tasas de los fondos federales, dada la fortaleza del mercado laboral, pero manteniendo el ritmo moderado.
El Banco Central decidió mantener la tasa en 11,25. La pregunta ahora es cuándo habrá novedades en ese frente.