La divergencia entre la renta variable y los niveles de tasas de interés no puede ir mucho más allá, y debería revertirse.
Seguimos recomendando sobre ponderar activos menos sensibles a las tasas, como efectivo, sectores value, acciones internacionales y activos reales.
Los activos locales ofrecen una atractiva relación riesgo-retorno.
La mayoría de los escenarios base para 2023 asumen o un soft landing o una recesión leve, bajo el supuesto de que la inflación se desacelerará de manera importante y que la tasa terminal de política estaría en el rango de 5,0% – 5,25%.
Si bien las acciones tienen una ventaja relativa respecto a los bonos en un entorno más inflacionario, a medida que las presiones inflacionarias comiencen a moderarse, un paso intermedio en la toma de riesgo debería hacerse vía renta fija de grado de inversión.
A medida que el entorno macroeconómico se vuelva mucho más desafiante en los trimestres siguientes, parece poco probable que recibamos mayor apoyo del lado de las utilidades corporativas, lo que deja al mercado totalmente dependiente de un potencial “Pivote de política”.
La pregunta importante que surge respecto a la política del Banco Central es hasta cuándo estará en pausa el ajuste monetario.
El resultado del plebiscito debería tener un impacto positivo en los mercados, bajo el supuesto de una menor incertidumbre y primas de riesgo en el futuro debido a la expectativa de una nueva constitución más moderada.
El contexto actual obliga a tener un allocation mucho más selectivo, todavía con cierta sobreponderación de renta variable.
La curva de rendimiento de EE.UU. ha mostrado un aumento en la probabilidad implícita de recesión, en las últimas semanas.