Abril 12, 2024 - 2 min

Con la meta en la mira

Difícilmente se podría argumentar que aún queda mucho terreno para volver a una inflación normal, como sí está ocurriendo en otras economías.

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No había sido el comienzo de año más positivo para los precios, con IPCs que habían variado 0,7% y 0,6% m/m en enero y febrero, respectivamente. Marzo aparecía en el horizonte, con el conocimiento de que la estacionalidad del periodo hacía difícil esperar una moderación respecto a los datos ya conocidos. Mientras nosotros esperábamos 0,6%, el mercado proyectaba 0,5%, en un mes siempre incidido de manera importante por la división de educación. Por lo tanto, fue una interesante sorpresa que los precios “sólo” aumentaran 0,4% respecto al periodo anterior, moderando los temores respecto a un resurgimiento de las presiones inflacionarias.

Sin embargo, creemos que hay bastante más por indagar acá. Lo primero, es que, a diferencia de lo que nosotros esperábamos (tomando precios desde ODEPA), los alimentos evidenciaron una caída de 0,9% m/m, lo que tuvo una incidencia negativa en el índice agregado de 0,2 pp. En simple, sin esa caída, la variación del IPC habría sido 0,6%. En parte, eso habría explicado que el IPC sin volátiles aumentara justamente 0,6%, lo que se agrega al 0,7% y 0,6% de los meses anteriores. Sin más información que esta, quizás si temeríamos por una reaparición de las presiones.

Sin embargo, en segundo lugar, estas variaciones de precio son muy diferentes a las que observamos en ciclos inflacionarios recientes, no sólo por lo que la descomposición de la canasta sugiere, sino por el contexto macroeconómico actual. Así, mientras que estas alzas no han sido explicadas por alzas transversales dentro de la canasta (sino más bien por un puñado de productos específicos), la demanda y la liquidez actual no permitirían argumentar a favor de un sobrecalentamiento, como sí lo hizo en 2022. 

Cuando monitoreamos el índice de difusión, el 51,2% de marzo no sólo es el más bajo del año, sino que es menor al promedio de los marzos (desde 2009). Con sorpresa alcista y todo, esto también ocurrió en febrero, lo que hizo necesario un análisis más desagregado aún. En este contexto, nuevamente aparece el producto arriendo como uno de los más incidentes, con una dinámica difícil de explicar que va a requerir más datos antes de sacar una conclusión. Siendo justos, el mismo Banco Central destacó este aspecto en el IPoM, quedando con dudas similares a las que tenemos nosotros, las que ojalá puedan ser abordadas por el INE en lo próximo.

De esta manera, con una variación interanual de 3,2%, la serie referencial quedó a un paso de la meta. Es más, en el caso de ver una variación de 0,1% en abril (no es nuestra proyección en todo caso), el objetivo estaría logrado. Sí, sabemos que no es exactamente la meta, ya que esta se mide a dos años plazo, pero en términos comunicacionales sería tremendamente valioso. Independiente de lo anterior, y reafirmando que es un trabajo continuo, difícilmente se podría argumentar que aún queda mucho terreno para volver a una inflación normal, como sí está ocurriendo en otras economías. De esta forma, con toda la cautela que se quiera tener, no vemos un destino distinto para la TPM que seguir bajando. Más agresivo o menos agresivo, ésta debería llegar al 4,0% dentro de este año.

 

Nathan Pincheira

Economista Jefe de Fynsa