Marzo 28, 2024 - 2 min

Pelota al piso

A nuestro entender, las últimas cifras sectoriales del INE nos entregan un panorama más cercano al estancamiento que a un crecimiento boyante.

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Una gran cuota de optimismo respecto a la actividad hemos observado estos días. El primer indicio lo entregaba el Imacec de enero que, luego de un desastroso diciembre, mostraba un crecimiento importante, generalizado y con pocos precedentes respecto a lo ocurrido durante los últimos meses. Lo anterior se ratificó con la publicación de las Cuentas Nacionales de 2023, las que no sólo confirmaron el dato, sino que lo corrigieron al alza, por lo menos en su avance desestacionalizado. Declaraciones de todos lados afirmaron que, de esta manera, la actividad partía con un buen pie 2024, con alzas en las estimaciones de crecimiento.

Sin embargo, nuestra postura ha sido más cauta. No es que no le creamos al indicador, pero no podemos desconocer que este ha evidenciado una inusitada volatilidad durante lo reciente, siendo el mejor ejemplo de esto la dicotomía sugerida entre diciembre y enero, las que proyectadas hacia adelante expondrían dos realidades completamente distintas. Adicionalmente, contrastando con otros índices, sectores y mercados, pareciera que no todos nos permiten sacar las mismas conclusiones, especialmente si nos ponemos del lado optimista. Ejemplos de lo anterior son el mercado laboral, las importaciones de bienes de capital, las ventas de automóviles, etc.

De esta manera, las últimas cifras sectoriales del INE, correspondientes a febrero de 2024, nos entregarían evidencia para empezar a definirse por alguno de los dos caminos o, en su defecto, seguir sin mucha certeza sobre lo que estaba pasando. A nuestro entender, los números nos entregan un panorama más cercano al estancamiento que a un crecimiento boyante.

En primer lugar, si bien la producción manufacturera mostró una variación interanual de 8,8%, explicado por un alza de 0,5% m/m desestacionalizado, no hay que olvidar que estamos en un año bisiesto y que el día adicional incide bastante. Por otro lado, tanto la minería, el comercio minorista como las ventas de supermercados mostraron caídas en el margen, siendo para la segunda, la más elevada desde agosto pasado.

En segundo lugar, si bien la tasa de desempleo solo aumentó 0,1 pp respecto al trimestre móvil inmediatamente anterior (desde 8,4% hasta 8,5%), lo cierto es que indicadores complementarios del mercado laboral siguen deteriorándose. Así es como la tasa de desocupación que incluye a los inactivos potencialmente activos volvió a incrementarse, desde 16,3% a 16,9%, especialmente por un empeoramiento de la tasa que solo incluye a las mujeres, que pasó desde 18,8% hasta 19,7%. Por lo tanto, aumenta la presión sobre el mercado del trabajo, en un contexto en que las vacantes se encuentran en niveles históricamente bajos, solo superados por los índices vistos en el periodo más álgido de la pandemia.

Por lo tanto, la evidencia sigue mostrando que una visión conservadora sobre la dinámica de la actividad sea lo más prudente a la luz de los datos. En este sentido, hay que ser particularmente cuidadosos con el Imacec de febrero, toda vez que, como mencionamos anteriormente, el día adicional que significa el año bisiesto puede sesgar las lecturas hacia un optimismo no correspondido. Con todo, nos mantenemos en nuestra proyección de crecimiento para 2024 de 1,8%.

Nathan Pincheira

Economista Jefe de Fynsa