El sistema comercial y financiero internacional atraviesa una crisis silenciosa. No es un colapso abrupto, sino una erosión progresiva del equilibrio que alguna vez sostuvo el orden global: la pérdida de competitividad industrial de Estados Unidos, el sobrepeso del dólar como moneda de reserva y el auge de una China que juega con reglas distintas.
En este contexto, Stephen Miran, asesor cercano a Donald Trump y nominado para presidir el Council of Economic Advisers, plantea una reestructuración ambiciosa: no renunciar al liderazgo del dólar, pero sí exigir mayor reciprocidad y corregir los desequilibrios que hoy debilitan a la economía estadounidense.
Su propuesta, plasmada en el ensayo “A User’s Guide to Restructuring the Global Trading System”, es mucho más que una agenda arancelaria. Es un rediseño del sistema para recuperar soberanía económica y reducir las vulnerabilidades geopolíticas acumuladas durante décadas.
El dólar está sobrevalorado no por méritos económicos, sino por diseño estructural. Los bancos centrales del mundo acumulan activos en dólares como reserva, generando una demanda inelástica que presiona al alza su tipo de cambio. Esto encarece las exportaciones estadounidenses y asfixia a su base manufacturera.
Este desajuste es el precio de sostener el sistema monetario global: para que el mundo tenga dólares, Estados Unidos debe incurrir en déficits. En otras palabras, mientras los aliados disfrutan de protección militar y liquidez financiera, los trabajadores manufactureros norteamericanos pagan la cuenta.
Los ejes de Miran
El plan puede parecer disruptivo, pero Miran no busca derribar el sistema, sino reformarlo. La volatilidad en los mercados es un riesgo, sí, pero también es el precio de recuperar autonomía industrial y fiscal. La clave está en aplicar los cambios gradualmente, con señales claras, tarifas progresivas y coordinación con la política monetaria.
Estados Unidos no puede seguir financiando al mundo a costa de su columna vertebral productiva. Si no hay reestructuración, el camino alternativo es el desgaste y la pérdida de influencia.
Este enfoque no está aislado. Ray Dalio, reconocido inversionista, coincide en el diagnóstico, pero no en la solución. Él comenta que el mundo vive de desequilibrios insostenibles.
Para Dalio, EE. UU. debe reducir su déficit, reindustrializarse y desendeudarse. China, en cambio, debe hacer lo contrario: reducir su superávit, aumentar el consumo y frenar su dependencia del mercado estadounidense.
Ambos coinciden en lo esencial: el sistema actual no es sostenible y un reequilibrio ordenado es preferible a un ajuste desordenado. Lo que está en juego no es sólo el futuro del comercio internacional, sino que la capacidad de Estados Unidos para redefinir su rol sin perder su poder. La propuesta de Stephen Miran no es una ruptura, es un rediseño estratégico del sistema. Uno que exige reciprocidad, eficiencia fiscal y autonomía industrial.
Las ideas aquí planteadas no pretenden ser verdades cerradas, sino una invitación a pensar: CEA Chairman Steve Miran Hudson Institute Event Remarks – The White House.