Café Doble
Septiembre 14, 2022 - 2 min

Falsas esperanzas

La depreciación cambiaria, las dificultades logísticas globales y el boom de consumo, entre otros factores, formaron un cóctel tóxico que ha sido más difícil de combatir de lo que se pensaba.

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No es que estuviéramos esperando muchas novedades, pero yo sé que, secretamente, todas las autoridades y aquellos que seguimos los números, queríamos que la inflación saliera más baja. Que sorprendiera, aunque fuese un poco, a la baja, y que todo este espiral inflacionario comenzara a dar un respiro.

No fue el caso.

El IPC de agosto aumentó 1,2% respecto al mes anterior, lo que, para variar, se encontró por sobre nuestras expectativas y cualquier versión que el lector guste sobre las expectativas del mercado. De esta manera, el índice de precios acumula un alza de 14,1% en doce meses, la variación más alta de los últimos… treinta años. Aunque casi todas las divisiones muestran incrementos significativos, son Alimentos y Transportes aquellas que más destacan, con aumentos de 21,7% y 27,8%, respectivamente. La depreciación cambiaria, el incremento de los precios internacionales de los alimentos y de la energía, junto con las dificultades logísticas globales han estado detrás de la subida de precios más reciente, lo que, junto a los factores locales asociados al boom de consumo del año pasado y comienzos de este, formaron un cóctel tóxico que ha sido más difícil de combatir de lo que se pensaba anteriormente. 

Por si fuera poco, en los próximos meses la situación no debería mejorar. En mi interior espero estar profundamente equivocado, pero es difícil no considerar la evidencia. Septiembre es un mes estacionalmente inflacionario, producto de las celebraciones de fiestas patrias, concentrándose justamente en las divisiones que más han sido golpeadas. A pesar de lo anterior, gracias a ciertos respiros que ha dado el precio del petróleo, la variación estimada no supera el dato efectivo de agosto, con proyecciones levemente superiores al 1,0%. Luego, octubre, un mes que desde hace algunos años y con mayor fuerza desde el cambio de canasta en 2019, también ha mostrado una estacionalidad elevada. Los efectos de segunda vuelta y el traspaso cambiario aún harían de las suyas, por lo que no hay que esperanzarse demasiado. 

Por lo tanto, los meses claves serían noviembre y diciembre. No sólo son meses con estacionalidades bajas, sino que además podríamos comenzar a evidenciar efectos más directos de un petróleo que (esperamos) no siga escalando, menores presiones por parte del tipo de cambio y una desaceleración de la actividad que ya estaría impactando la posibilidad de traspasar costos a precios finales. De hecho, más altos o bajos, el mercado, el Central y nosotros estimamos que estos meses evidenciarían menores niveles de inflación que los vistos por lo menos desde marzo. Esas señales serán vitales, no para apuntalar las proyecciones a fines de año, sino para lentamente empezar a moderar aquellas hacia 2023. El Central y nosotros nos ubicamos en esa vereda, el mercado aún necesita evidencia para creer. Veremos.

Nathan Pincheira

Economista Jefe de Fynsa