En China, los inversionistas extranjeros retiraron un volumen récord de dinero durante el segundo trimestre del año, según reporta Bloomberg, conforme a los datos de la administración estatal de divisas extranjeras (SAFE, por sus siglas en inglés).
Los pasivos de inversión directa de China —indicador del capital extranjero que ingresa al país— cayeron casi US$15.000 millones en el período abril-junio, siendo la segunda vez que este indicador se ubica en territorio negativo desde que se mide. Este fenómeno obedece a la creciente percepción de debilidad de la economía asiática. Si la tendencia se mantiene, 2024 sería el primer año en que se registra una salida neta desde 1990, año en que se inició el registro, señala Bloomberg.
La inversión extranjera directa en China alcanzó un flujo positivo neto de US$344.000 millones en 2021, el mayor registrado en la historia; sin embargo, a partir de allí la tendencia ha sido claramente descendente. A la desaceleración de dicha economía se suman las tensiones geopolíticas, que han llevado a muchas empresas a reducir su exposición en el país. Esto, pese a los esfuerzos del gobierno por atraer y retener las inversiones extranjeras.
También pesa el hecho de que a las empresas extranjeras les conviene mantener su efectivo fuera de China, donde consiguen mejores tasas de interés en un momento en que las autoridades las han estado recortando para estimular la economía.
En paralelo, las inversiones del Gigante Asiático en el exterior han aumentado considerablemente, anotando un récord de US$71.000 millones en el segundo trimestre, un 80% más que en el mismo período del año pasado. Las empresas chinas están invirtiendo en plantas manufactureras en otros países —destacando las fábricas de vehículos eléctricos, baterías y otros complementos de la cadena de suministro automotriz—, en parte, como consecuencia del fenómeno de nearshoring que se observa en las cadenas globales de suministro.