Con el dato de IPC de julio se completaron cuatro meses consecutivos de registros a la baja para la inflación estadounidense. Una variación mensual de 0,2% llevó la inflación a doce meses a 2,9%. Esta resultó siendo la lectura más baja desde marzo de 2021 y la primera por debajo de 3% luego de 39 meses.
Por su parte, el IPC subyacente —que excluye alimentos y energía— registró un aumento de 0,2% y se ubicó en 3,2% anual, en línea con las expectativas.
La mayor contribución al alza en los precios de julio provino del aumento de 0,4% en el costo de la vivienda, que representa más de un tercio del IPC general y es el ítem que más ha influido en el lento descenso de la inflación. Esto se debería a que la medición del Bureau of Labor Statistics – BLS de los precios relacionados con la vivienda es un proceso muy retrasado y disparejo. De todos modos, en los últimos meses, el índice de vivienda está empezando a reflejar de mejor manera la disminución en los precios de alquiler, con lo que sería cuestión de tiempo para observar menores presiones de estos precios.
En términos anuales, el índice de vivienda se ubicó en 5,1% en julio y ha venido descendiendo lentamente, luego del máximo de 8,2% que alcanzó en marzo de 2023.
Excluyendo la vivienda, el IPC subió 1,7% interanual. Los precios de los alimentos registraron un alza modesta de 0,2%, mientras que la energía se mantuvo estable después de haber ejercido presiones alcistas en mayo y junio.
Así, a pesar de que la inflación parece persistente en algunos ítems de la canasta, hay otros, como ropa, autos nuevos y usados, servicios médicos y servicios de transporte, que han comenzado a presentar un comportamiento más bien deflacionario.
Si bien el IPC es el indicador de inflación generalmente conocido, en realidad el índice de precios de gastos de consumo personal —PCE— es el preferido por la Reserva Federal, con miras al logro de su objetivo inflacionario. El último dato conocido de PCE descendió hasta 2,5% en junio, a la vez que el PCE core cayó a 2,6%, ubicándose por debajo de la proyección de 2,8% señalada por el FOMC para 2024 en sus últimas proyecciones económicas.
A lo anterior se suma que el dato precios al productor (IPP) cayó de 2,7% interanual en junio a 2,2% interanual en julio, con lo que se ubicó por debajo de la expectativa de 2,3% del mercado.
Hasta el momento, la Reserva Federal ha querido esperar para tener un proceso más consolidado en el retorno de los precios hacia la meta de 2%, antes de empezar a relajar su política monetaria. Con los datos recientes, si bien la inflación no está muerta, sí aumenta la confianza en el proceso de desaceleración de los precios, lo que, junto al deterioro que ha mostrado el mercado laboral, reafirma las expectativas de que la FED inicie su proceso de normalización de política monetaria en la próxima reunión.
Se espera ampliamente que la FED recorte su FED Fund Rate – FFR en al menos 25 pb durante la reunión de septiembre, aunque algunas proyecciones señalan incluso un recorte de medio punto porcentual, alternativa que ganó más adeptos luego de conocerse los datos de precios de julio. Al momento de cerrar este reporte, se habían conocido también otros datos, como el último número de solicitudes de subsidio de desempleo, confianza del consumidor y ventas minoristas, los que resultaron mejor de lo esperado, versus datos del mercado de vivienda que se deterioraron más allá de la expectativa.
Con todo, la herramienta CME FedWatch incorpora una probabilidad de 25% de un recorte de un cuarto de punto y una de 75% de un recorte de medio punto en septiembre.
Milene Rodríguez
Analista Estrategia e Inversiones Fynsa