Café doble
Julio 21, 2022 - 3 min

¿Quién se moja cuando llueve?

La preocupación por el aumento de precios y sobre los instrumentos para controlarlos no sólo es una discusión técnica, también es una obligación moral.

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Cuando llueve, todos se mojan. Seguramente ha escuchado ese dicho, respecto a los efectos de ciertos eventos económicos sobre las empresas y personas. Quizá más ahora, en el que estamos viviendo un fenómeno del que nos habíamos olvidado algo, incluso con una generación completa que nunca lo había vivido: la inflación. Sin embargo, ese dicho no es preciso. Cuando llueve, todos pueden mojarse, pero algunos se mojan más que otros y, aunque no lo crea, hay unos que salen completamente secos.

En ediciones anteriores de este espacio (ver edición N° 54 AQUÍ y edición N°59 ACÁ), comenté cómo se mide la inflación en Chile, qué era el IPC, cómo se calculaba y en base a qué se calculaba. También expuse que seguramente la inflación que cada uno enfrentaba no necesariamente era la que se medía en el IPC y que incluso aunque así fuese, no necesariamente aquello coincidía con nuestra percepción de la inflación.

Así y todo, el IPC evidencia una variación de 12,5% en doce meses. Es una lluvia fuerte, que supera la inflación promedio de los últimos 20 años en ¡4 veces! Sin embargo, esto no es parejo entre divisiones, con aquella de Alimentos y Transportes liderando las alzas. Incluso si usted tiene su sueldo y/o ingresos ajustados por inflación, ya sea porque el contrato lo dice o porque está denominado en UF, si la proporción de su gasto está sobre el 19% para alimentos y/o 13% para transporte, igualmente ha tenido pérdida de poder adquisitivo.

Sin embargo, una parte menor de los trabajadores tiene su ingreso ajustado por inflación. Incluso si lo tuviera, pero tuviera frecuencia trimestral, semestral o anual, en promedio su salario sube menos que los precios. Una forma sencilla de graficar esto es ver como ha sido la evolución del índice de remuneraciones, el que en doce meses ha caído 1,8% en términos reales. Si lo desagregamos por industria, mientras Comercio y Alojamiento han sufrido menos (con alzas reales de 0,9% y 0,7% a/a, respectivamente), Administración pública, Comunicaciones y Servicios sanitarios evidencian caídas de 5,9%, 5,8% y 5,5% a/a. Llueve fuerte, pero llueve más fuerte en algunos lados que en otros.

Sin embargo, y acá en un análisis de justicia (por supuesto, desde mi evaluación subjetiva de ésta, si usted tiene una distinta, lo invitamos a compartirla en los comentarios), hay varios a los que la lluvia los pilla mojados de antes.

En algún momento, cuando se debatía sobre la pertinencia o no de incluir un impuesto a los súper ricos, comenté que mientras la discusión se centraba ahí, no dejaba de subir el impuesto a los súper (y los no tanto) pobres. La inflación afecta relativamente más a aquellos de menos ingresos, los que ya enfrentan una realidad difícil, poniéndoselas más complicada aún.

Lo que más se conoce sobre esto tiene que ver con las canastas de consumo, lo que en esta situación se cumple con creces, ya que tanto la división de alimentos, la canasta básica y la canasta saludable, todas aumentan más que la inflación general. Es decir, aquellos de menos ingresos enfrentan una inflación mayor. En segundo lugar, los deciles más bajos tienen menos capacidad de ahorro, no sólo contemporánea, también anterior.

El ahorro permite que, sobre los ingresos, la pérdida de poder adquisitivo sea menor, pero también permite cubrirse frente a aumentos de precio futuros. Y si la cuenta de ahorro tenía saldo positivo al momento de enfrentar la inflación, permite mantener el nivel de consumo, sin impactar demasiado al final lo que importa: el bienestar. Es por esto que la inflación es similar a un impuesto, que afecta a los más pobres, recibiendo el apelativo de “regresivo”.

Es por esto que la preocupación por el aumento de precios y sobre los instrumentos para controlarlos no sólo es una discusión técnica, también es una obligación moral. No es un capricho tecnócrata, no son discursos de gente “sin calle” ni tampoco son conspiraciones en contra del pueblo. Nada más lejos de ello. La idea es que cuando llueva, algunos no se mojen porque tenían techo, otros no lo hagan porque tienen paraguas y otros, si lo hacen, después tengan toallas y calefacción para secarse lo más rápido.

Nathan Pincheira

Economista Jefe de Fynsa