Nuestro escenario base de Softlanding se sustenta en una moderación de la inflación y mayor resiliencia de la actividad.
Los discursos y las comunicaciones del Consejo del Banco Central sólo han ido en una línea: aún es muy prematuro, existen riesgos elevados y el error de política puede resultar muy caro.
Mientras la economía de EE.UU. siga mostrándose más resiliente, y si la política monetaria no puede volverse rápidamente más acomodaticia, es difícil que el dólar se venda sustancialmente.
La prudencia indica que debemos esperar el fin del ciclo de alza de tasas para volver a invertir, pero cuidado que los depósitos a plazo ya no pagan lo que pagaban hace algunos meses y la inflación también está bajando.
En la última reunión del FOMC (Comité Federal de Mercado Abierto), se modificó la orientación a futuro de su declaración, insinuando que existe una buena posibilidad de que esta sea la última alza de tasas de este ciclo.
El nivel de incertidumbre inducido por la crisis bancaria nos mantiene con una postura más defensiva en términos de allocation.
Las medidas tomadas por la Fed y la FDIC (Federal Deposit Insurance Corporation) han ayudado a contener los problemas relacionados con los bancos de EE.UU., por lo que no debería haber un impacto duradero en la estabilidad financiera.
La divergencia entre la renta variable y los niveles de tasas de interés no puede ir mucho más allá, y debería revertirse.
Aunque la Fed está cerca del final de su ciclo de aumento de tasas, aún es probable que aumenten más las tasas de los fondos federales, dada la fortaleza del mercado laboral, pero manteniendo el ritmo moderado.
Mayores tasas de interés ejercieron presión sobre las valorizaciones durante 2022, pero ahora el enfoque pasará de las valorizaciones a las utilidades corporativas, en un entorno macro cada vez más desafiante.