Café doble
Diciembre 16, 2022 - 2 min

Ampliar la mirada

El Central considerará otros factores además de la inflación para su política monetaria, como el déficit de cuenta corriente, las condiciones financieras y el comercio internacional.

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No se esperaban muchas sorpresas en el Informe de Política Monetaria de diciembre. La mantención de la tasa y los cambios en las proyecciones estuvieron dentro de las expectativas. Sin embargo, si había curiosidad por ver cómo podría cambiar la conducción futura de la política monetaria, especialmente en un contexto en el que el mercado había cambiado en muy poco tiempo sus estimaciones.

Bastantes pistas se habían entregado ya en el comunicado de la Reunión de Política Monetaria, celebrada el día anterior a la publicación del informe. Ahí, de manera bastante explícita, se dijo que “El Consejo mantendrá la TPM en 11,25% hasta que el estado de la macroeconomía indique que dicho proceso (la resolución de los desequilibrios presentes en la economía) se ha consolidado”. Pero ¿qué significa eso?

Durante los años que llevo analizando comunicados del Banco Central, estaba acostumbrado a que éste siempre intentara describir su actuar futuro basado en el comportamiento de la inflación, siempre centrado en que ésta convergiera a su meta en el horizonte de política. Todo muy estándar. Por lo tanto, esta ampliación de criterios deja bastante más abiertas las posibilidades para la TPM. Sin duda que dentro de esos desequilibrios macro se encuentra la variación de precios, pero también el preocupante déficit de cuenta corriente, las condiciones financieras y el comercio internacional. Sin una normalización de estos desequilibrios “fundamentales” difícilmente el Consejo dé el vamos a un ciclo de bajas en la tasa.

Pero también es un guiño a otros “desequilibrios”. Es muy importante que todos los actores actúen de manera conjunta para normalizar la inflación, lo cual es un equilibrio relativamente frágil o con muchos riesgos. Más bencina al gasto, en cualquiera de sus formas, pondría la pista demasiado complicada para la consecución del objetivo, no sólo en forma de precios, sino quizás en un daño irreparable para el bienestar de aquellos que vivimos en el país.

Con esto, nos parece que el Central entra en un estado de pagar por ver. Y no solo esperar uno o dos datos de inflación más, sino que contar con una perspectiva muchísimo más amplia y tener más evidencia de que los ajustes se están realizando. Así, vemos difícil que aquello se dé durante el primer semestre del próximo año, considerando la periodicidad de publicación de las cifras involucradas. Dado lo anterior, pensamos que un primer movimiento debiese ocurrir en julio o septiembre.

 

Nathan Pincheira

Economista Jefe de Fynsa