La principal pregunta que se hace el mercado tras el IPC de enero es si esta sorpresa pone en riesgo la disminución de la inflación.
El ajuste continuará y una reducción de la demanda interna es condición necesaria para reducir la inflación y llevar el déficit de cuenta corriente a niveles más sostenibles.
El Banco Central decidió mantener la tasa en 11,25. La pregunta ahora es cuándo habrá novedades en ese frente.
Siguiendo la costumbre, he querido resumir nuestras principales proyecciones para 2023, arriesgando a que, en doce meses, me pasen la cuenta.
Los activos locales ofrecen una atractiva relación riesgo-retorno.
El Central considerará otros factores además de la inflación para su política monetaria, como el déficit de cuenta corriente, las condiciones financieras y el comercio internacional.
El riesgo de reducir la TPM y luego tener que revertirlo por una mala lectura de la información es muchísimo más alto que dejarla en 11,25% por más tiempo del adecuado.
Es importante mencionar que no creemos que la inflación se haya acabado y que los riesgos de persistencia y de menor velocidad de normalización siguen presentes.
La pregunta importante que surge respecto a la política del Banco Central es hasta cuándo estará en pausa el ajuste monetario.
El resultado del plebiscito debería tener un impacto positivo en los mercados, bajo el supuesto de una menor incertidumbre y primas de riesgo en el futuro debido a la expectativa de una nueva constitución más moderada.