Café Doble
Septiembre 23, 2022 - 2 min

El gran desafío

Mientras el Banco Central hace todo lo posible por disminuir la inflación, el trabajo del mundo público y privado debe enfocarse en la productividad, la única manera de generar riqueza sin boicotear el trabajo de la política monetaria

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Durante la semana, tuve el honor de ser invitado, junto a colegas mucho más prestigiosos que yo, a una reunión organizada por la directora de Presupuestos, Javiera Martínez. En esta oportunidad, en conjunto con los coordinadores macro de la Dipres y de Hacienda, tuvimos la oportunidad de tener una franca conversación respecto a las visiones sobre la economía chilena y mundial, de cara a la última parte del año, pero sobre todo a 2023 y 2024. Más allá de dudas técnicas planteadas respecto a aspectos puntuales del presupuesto, la visión general de los presentes (bueno, virtualmente presentes) es que las condiciones macroeconómicas serán extremadamente desafiantes en lo que viene, particularmente en crecimiento e inflación.

La Reserva Federal, en su reunión de septiembre, elevó la tasa en 75 pb, en línea con lo que esperaba el mercado. Sin embargo, lo más relevante no fue esto, sino el endurecimiento del discurso antiinflacionario, en línea con lo planteado en el encuentro de Jackson Hole. De manera bastante clara, se precisa que la batalla contra la inflación es ahora y debe ser férrea, ya que se corre el riesgo de que, al ser demasiado laxo, los costos que se deban pagar en el futuro sean mayores. Así, el Consejo aumentó en 100 pb su proyección para la tasa a fines de 2022 en relación con lo estimado en junio, en 80 pb lo esperado para 2023 y en 50 pb hacia 2024. De todas maneras, llama la atención la elevada dispersión existente entre los consejeros, especialmente para el nivel de tasas a dos años plazo.

De manera similar, nuestro Banco Central incrementó la TPM en 100 pb a comienzos de mes, sobre lo que ya hablamos en su momento. Sin embargo, con las minutas que aquella reunión en la mano, tenemos más información sobre el curso futuro que el Ente Emisor puede tomar. Así, me parece que ahora es correcto hablar de un proceso de “pausa” en el ciclo de alzas más que un término de éstas, especialmente por los riesgos inflacionarios que ciernen sobre la economía. Tal como menciona la Reserva Federal, los costos futuros de no actuar con determinación ahora serán mucho mayores que los que tendremos que afrontar ahora. 

Sin embargo, como mencionamos, combatir la inflación no es gratis (bueno, como nada en la vida economía). Las estimaciones de crecimiento para la mayor potencia caen dramáticamente para este año hasta casi un estancamiento, y para el próximo año se espera una variación levemente superior al 1%. En esta parte del mundo, en cambio, lo más afectado ha sido la proyección hacia 2023, para el cual las dudas no se relacionan sobre si tendremos o no una recesión, sino más bien cuán profunda y persistente será esta. Nuestro escenario macro incorpora caídas del PIB hasta por lo menos el tercer trimestre del próximo año, con la primera de ellas ocurriendo justamente en el Imacec de agosto.

Si bien el contexto mundial es adverso, eso no debiese ser consuelo para simplemente aceptar un destino menos benigno para los años que vienen. Mientras el Banco Central hace todo lo posible por disminuir la inflación, el trabajo del mundo público y privado debe enfocarse en la productividad, la única manera de generar riqueza sin boicotear el trabajo de la política monetaria. Por lo tanto, mejorar procesos productivos, favorecer alianzas, facilitar el intercambio comercial con el mundo y minimizar la burocracia debiese estar en la parte más altas de nuestras prioridades.

Nathan Pincheira

Economista Jefe de Fynsa