Café Doble
Febrero 3, 2023 - 2 min

Al mal tiempo, buena cara

El ajuste continuará y una reducción de la demanda interna es condición necesaria para reducir la inflación y llevar el déficit de cuenta corriente a niveles más sostenibles.

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Es natural que asociemos los números rojos a malas noticias, ya que muestran, en general, pérdidas, caídas o empeoramiento. Sin embargo, hay ciertas oportunidades en las que un número rojo no necesariamente es negativo. 

La variación de la actividad económica en diciembre es prueba de ello. En un contexto normal, una caída de 1,0% en relación al mismo periodo del año anterior sería recibido con pesimismo, pero en esta oportunidad, la variación sorprendió positivamente a analistas privados e, incluso, al gobierno. Esto ocurrió ya que, desde hacía algunos meses, se proyectaba que el Imacec de diciembre caería sobre el 3,0% a/a, siguiendo la tónica de desaceleración del indicador agregado, pero también de cada uno de sus componentes. Sin embargo, esto no ocurrió. No sólo el agregado no disminuyó como se esperaba en la comparación interanual, sino que, en el margen, la actividad creció cuando se hace la comparación desestacionalizada. En esa misma línea, aumentaron los servicios, el comercio y la actividad manufacturera.

A la espera de la confirmación de estas cifras cuando se publiquen las cuentas nacionales del 2022, lo que ocurrirá el 20 de marzo, el PIB habría crecido 2,7% durante el periodo, más de lo que esperaba el mercado, el Banco Central e, incluso, el mismo Ministerio de Hacienda. Pero eso es historia. Importante, interesante, pero las preguntas ahora se abocan a lo que podría ser el desempeño de 2023, el que se augura bastante menos dinámico. Hoy, las proyecciones se encuentran entre -3% y -1% en su mayoría, con incluso el Fondo Monetario Internacional mencionando que Chile sería la única economía de la región en mostrar un retroceso. De nuevo, ojo con cómo evaluamos estos comentarios.

Tomando en consideración el escenario descrito en el último IPoM, Chile debería mostrar una caída del PIB entre -1,75% y -0,75% en 2023. No creo que podamos decir que quienes elaboran este documento son catastrofistas. Sin embargo, es bueno recordar por qué la economía se encuentra en este periodo de desaceleración. Las ayudas económicas en el contexto de la pandemia, los retiros de los fondos de pensiones y el escenario inflacionario global causaron desequilibrios macroeconómicos importantes, los que, en el caso de no corregirse, podrían tener repercusiones muy negativas en el bienestar de las familias. En este contexto, tanto la política fiscal como la monetaria aplicaron medidas conducentes a resolver estos desequilibrios, lo que significó un ajuste del gasto importante en el año que recién terminó, junto con una TPM que alcanzó los niveles más altos desde la crisis subprime.

Ambas medidas han estado dando resultado, pero aún queda trecho por recorrer. Esto significa que el ajuste continuará y una reducción de la demanda interna es condición necesaria para reducir la inflación y llevar el déficit de cuenta corriente a niveles más sostenibles. Por lo tanto, un ciclo negativo que llevará al país a una recesión. No a una como la que observamos durante la pandemia, sino a una mucho más suave. Nuevamente, un dato que usualmente podríamos considerar como negativo, es necesario para retomar el orden macro y así poder preocuparnos de cosas más de largo plazo, como nuestra capacidad de crecer de manera sostenible y más productiva. 

 

Nathan Pincheira

Economista Jefe de Fynsa