Café doble
Octubre 21, 2022 - 2 min

La búsqueda

No debemos olvidar que, luego de resueltos los desbalances inmediatos, la capacidad de crecimiento de nuestra economía es muy baja.

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Durante la semana conocimos una serie de informes que situaban a Chile como la única economía que, durante 2023, no iba a mostrar crecimiento dentro de la región. Otros organismos internacionales han mencionado lo mismo, lo que ha generado una serie de críticas y búsqueda de culpables. Sin querer bajarle el perfil a lo importante que es el crecimiento, especialmente en una economía pequeña como la nuestra, creo que aquella discusión es un tanto inútil y nos hace perder el foco de lo realmente importante.

En primer lugar, hay que mencionar que las proyecciones que sitúan a Chile en una recesión durante el próximo año no son nuevas. Ya desde hace un tiempo el mercado, incluyendo a quien escribe esta columna, ha publicado escenarios macro en los que la economía decrecería durante 2023. Al mismo tiempo, el Banco Central de Chile lleva un par de IPoMs alertando lo mismo, mientras que el Ministerio de Hacienda, a través de la Dirección de Presupuestos, también lo adelanta según el más reciente Informe de Finanzas Públicas. Por lo tanto, más allá de que organismos internacionales lo hayan mencionado en sus últimas exposiciones, no hay ninguna novedad.

En segundo lugar, buscar culpables debiese ser un ejercicio que se mantenga en el debate político y no debería permear el técnico o económico, ya que entendemos las condiciones en las que se generaron los desbalances que enfrentamos hoy día, quiénes fueron sus precursores y cuáles eran sus motivaciones. Destacaría que, independiente de la posición política, una gran mayoría entiende que hay que realizar ajustes para arreglar aquellos desbalances y que muchos de ellos podrían ser dolorosos. Algo de institucionalidad queda.

En tercer lugar, nos seguimos olvidando de que luego de resueltos aquellos desbalances, la capacidad de crecimiento de nuestra economía es muy baja. Esto es lo que se denomina el PIB tendencial, estimación que los economistas hacemos para medir la capacidad productiva de un país si es que todos los recursos están siendo ocupados y el resto de las variables macroeconómicas se encuentran en sus valores de largo plazo. Factores como la educación, el mejoramiento de los procesos productivos, la disponibilidad de infraestructura y condiciones favorables para desarrollar negocios, la certeza jurídica y un contrato social ampliamente aceptado son condiciones necesarias para que esa capacidad de crecimiento sea mayor. Por lo tanto, aunque nos llenemos de políticas que fomenten el crecimiento de corto plazo, si es que aquello no va a aparejado de un aumento similar o mayor del crecimiento de largo plazo, lamentablemente terminará generando desequilibrios y ajustes dolorosos para la población, especialmente para la más vulnerable.

Por lo tanto, urge poner en primera línea la discusión de cómo incrementamos nuestra capacidad de crecer. Por supuesto que esto no debe hacerse de cualquier modo, finalmente es la sociedad la que define bajo qué condiciones debe aumentarse aquel crecimiento: amigable con el medio ambiente, inclusivo, paritario, o las condiciones que se deseen, pero si nos seguimos quedando en el debate cortoplacista, la búsqueda de todos esos objetivos será inútil.

Nathan Pincheira

Economista Jefe de Fynsa