Enero 19, 2024 - 3 min

Sorpresas que no lo son tanto

El IPC de diciembre sorprendió al mercado con una caída del 0,5% m/m; en este escenario creemos que hay espacio para recortes de 100 pb o, incluso, para ejecutar 125 pb.

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Sin duda que el dato del IPC de diciembre sorprendió, y mucho. Durante gran parte del mes, el mercado esperaba una variación positiva de 0,1% respecto a noviembre, lo que finalmente se redujo hasta una proyección nula. En nuestro escenario, desde un comienzo estimamos una leve caída de los precios de 0,1%, particularmente por la división de alimentos. Por lo tanto, tamaña fue la sorpresa cuando se informó que el IPC había caído 0,5% m/m, lo que significaba que la inflación cerraba 2023 en 3,9%, incluso bajo lo que el Banco Central había proyectado sólo semanas antes.

Las preguntas que emanaron inmediatamente hacían referencia a si esta brusca moderación en los precios podía ser una señal que provocará una respuesta más agresiva por parte de la autoridad monetaria. Aunque creemos que aquello es extremadamente probable, no necesariamente responde a este dato particular, sino a una dinámica que se viene mostrando hace algún tiempo. 

En primer lugar, la sorpresa puede leerse más espectacular de lo que es, especialmente porque afecta la estadística del fin de periodo, que además ahora se lee como “tres y algo” y ya no como “cuatro y fracción”. Sin embargo, no olvidemos que en noviembre tuvimos una sorpresa completamente opuesta, con un alza de 0,7% mensual que no estaba en los cálculos de nadie. Nuestro punto es que a veces se sobrevaloran las cifras en el margen, obviando que las tendencias detrás de la volatilidad son mucho más informativas a la hora de tomar decisiones de política económica. En este sentido, las variaciones interanuales venían disminuyendo hace rato, no sólo en el índice agregado, sino también en los subyacentes y sus componentes.

En segundo lugar, la actividad sigue mostrando un estancamiento, con algunos sectores que han sido particularmente golpeados por las elevadas tasas de interés. Esto es conocido por la autoridad monetaria, que sabe que la pregunta no es sobre si bajar o no las tasas, sino qué tan agresivo tiene que hacerlo. Por lo tanto, el dato en el margen entrega más grados de libertad al consejo en el caso de que quiera aumentar el ritmo de reducción sin sorprender al mercado, pero bajo ningún prisma cuestiona o da permiso para su ejecución.

Finalmente, las expectativas inflacionarias en los plazos relevantes para la política monetaria hoy se encuentran bajo el 3%, señal que históricamente ha permitido ajustes más pronunciados en la TPM. Después de la disminución en 75 pb de la reciente reunión, el mercado daba por sentado que en enero las bajas en esta cuantía continuarían, lo que probablemente ahora constituye el rango mínimo. En nuestra opinión, hoy hay espacio para recortes de 100 pb o, incluso, para ejecutar 125 pb si se quisiera mostrar algo más de preocupación por este desanclaje de expectativas.

Como dato interesante, la primera cifra de IPC que conoceremos de 2024 se enmarca en la nueva canasta con base 2023 = 100, que no sólo incorpora modificaciones en los productos y su composición, sino también en algunas metodologías. Si bien el lector podría encontrar que esto no debiese influir mucho en la política monetaria, no olvidemos que en el anterior cambio de canasta se produjo un debate importante sobre qué variaciones considerar, ya que las series empalmadas y aquellas de la canasta anterior no coincidían en su comparación interanual. Hemos intentado replicar este ejercicio, reconstruyendo el IPC desde 2019 con la nueva canasta y metodología para adelantarnos a un escenario como el pasado. Tanto a nivel de divisiones como a nivel de producto (la mayor desagregación posible) no hemos encontrado diferencias en las variaciones interanuales que puedan introducir complicaciones en el debate como las que vimos en 2019. Sin embargo, la palabra final la tendrá el INE el 8 de febrero, cuando publique las series empalmadas y, ojalá, el resto de la documentación sobre la metodología que sigue estando pendiente.

 

Nathan Pincheira

Economista Jefe de Fynsa