La prudencia indica que debemos esperar el fin del ciclo de alza de tasas para volver a invertir, pero cuidado que los depósitos a plazo ya no pagan lo que pagaban hace algunos meses y la inflación también está bajando.
El Banco Central seguirá firme en su objetivo de apuntalar la inflación hacia su objetivo de 3% a dos años y mientras aquello no ocurra, no comenzará a reducir la tasa de política monetaria.
En el corto plazo, las buenas noticias deberían continuar: para mayo esperamos que el IPC aumente 0,2% respecto a abril, lo que llevaría la variación interanual hasta 8,8%.
El mandato constitucional del Banco Central es la inflación; por lo tanto, sus medidas debiesen ir dirigidas a conseguir ese objetivo y no otro.
Es preocupante lo que ocurre con la inflación subyacente, que aumentó 1,6% en marzo.
La credibilidad de un Banco Central también se juega haciendo lo que tiene más sentido para la economía dependiendo de las circunstancias.
Han bajado las preocupaciones financieras, pero hay nuevos frentes en los ámbitos políticos y de gobernanza corporativa
El ajuste continuará y una reducción de la demanda interna es condición necesaria para reducir la inflación y llevar el déficit de cuenta corriente a niveles más sostenibles.
El Banco Central decidió mantener la tasa en 11,25. La pregunta ahora es cuándo habrá novedades en ese frente.
Mayores tasas de interés ejercieron presión sobre las valorizaciones durante 2022, pero ahora el enfoque pasará de las valorizaciones a las utilidades corporativas, en un entorno macro cada vez más desafiante.